miércoles, 20 de mayo de 2009

“Y AHORA, ¿QUIÉN PODRÁ SALVARNOS?”

POR: Mtra. Martha Nieto Cater
En Cozumel estamos acostumbrados a dividir nuestro año en dos partes: la temporada alta y la temporada baja. Hace algunos años existía una tercera temporada, a la cual llamábamos “media”, que nos permitía hacer esa transición entre la época de bonanza y la de carestía. Pero, hoy por hoy, esa temporada media parece haber desaparecido y la transición entre una temporada y la otra ha sido realmente abrupta.
En una temporada baja normal sabemos que tenemos que apretarnos el cinturón, disminuir nuestro gasto, cuidar nuestro ahorro y dosificar el dinero para que se estire y estire y estire hasta llegar a fin de año. Esto es partiendo de la base de una temporada alta suficientemente buena en donde es posible el ahorro.
Sin embargo, en el presente año, tanto la temporada alta como la baja han estado por debajo de los pronósticos debido, principalmente, a factores ajenos a nuestro control; factores que han hecho aún más pronunciada la disminución del flujo de turistas a la Isla y, por ende, de nuestros ingresos.
Conocemos estos factores externos: la recesión económica en Estados Unidos, producto del desplome del mercado de bienes raíces y de la incertidumbre originada por la próxima elección del presidente de los Estados Unidos; la crisis financiera en Europa originada, entre otros factores, por inversiones desafortunadas en carteras vencidas de bancos norteamericanos; la caída en los mercados financieros de México y del resto del mundo paralizando las inversiones y frenando el crecimiento de las economías. Este efecto de crisis globalizada nos hace pensar que ya no existe inversión segura y libre de riesgo en ninguna parte del mundo.
Simultáneamente, a nivel más particular, hay otro tipo de factores que contribuyen a acentuar la situación:, la sobre oferta de cuartos de hotel de Riviera Maya y Cancún (cerrando este año con un total aproximado de 72,000 cuartos), además de los conjuntos de departamentos y condominios que se construyen día a día a lo largo y ancho de nuestro Estado, la falta de una política y estrategia turística federal y estatal de largo plazo, por citar algunos factores. Si agregamos la propaganda nociva que circula en algunos países sobre la falta de seguridad que hay en México, el resultado es una ocupación hotelera por debajo de los mínimos registrados tradicionales en esta etapa del año.
Para Cozumel habría que agregar, además de todo lo anterior, factores como la disminución de la cantidad de cruceros que visitan nuestra Isla; la falta de arena en nuestras playas; el alto costo de los insumos necesarios para la operación de absolutamente todos los negocios (fletes, maniobras de carga y descarga, sindicatos, permisos, etc), la ausencia de un transporte público que le permita a la población desplazarse de lado a lado de la Isla a un costo adecuado (algunas empresas tenemos que proporcionar y pagar el transporte de nuestros empleados, haciendo más costosa la operación del negocio); la falta de vías de comunicación marítimas y aéreas de bajo costo, que nos permita el traslado de mercancías y de personas a precios accesibles y competitivos; la falta de recursos económicos para invertir en la promoción; el aumento sostenido en el costo de operación de las empresas y no así en los precios de los productos y servicios que ofrecen.
Pero el factor más preocupante para Cozumel tiene que ver con algo que va más allá de esta temporada baja; con algo que venimos arrastrando desde hace algunos años y parece más inalcanzable cada año que pasa. Me refiero a LA FALTA DE UNA ESTRATEGIA COMÚN, de un ACUERDO entre todos: ciudadanos, gobernantes, empresarios, absolutamente todos los que vivimos en esta Isla y dependemos del turismo, para sacar adelante a Cozumel. Un acuerdo que unifique ideas, esfuerzos y recursos y nos permita apuntar en la misma dirección. Un ACUERDO mediante el cual podamos negociar mejores condiciones económicas para la Isla e insertarnos en la economía estatal en igualdad de circunstancias.
Hasta ahora pareciera que la Isla se divide en en dos segmentos: huéspedes de hotel y visitantes de cruceros; como si estos dos segmentos fuesen irreconciliables. Si logramos abrir nuestra perspectiva y mirar al TURISTA (sea el que pasa sólo unas horas en la Isla, o el que pasa varias noches) de forma integral, nos daremos cuenta de todo aquello que podemos hacer para que su estancia sea tan placentera que regrese una y otra vez.
Otros destinos no se preocupan por lograr que su cliente regrese; apuestan al turismo masivo sin preocuparse de dejar huella y crear lealtad. Cozumel es diferente: es un destino con un altísimo porcentaje de turismo repetitivo; un turista que conoce perfectamente el destino, que goza de sus tradiciones y de su cultura, que valora la calidez de su gente, que crea incluso vínculos de amistad con personas de la localidad que perduran a través del tiempo. NUESTRA ECONOMÍA DEPENDE EXCLUSIVAMENTE DE ESTE TURISTA.
Eso es justamente lo que nos da la ventaja competitiva, lo que nos distingue del resto de los destinos turísticos. Cozumel debe seguir siendo ese “hogar fuera de casa” que lo ha caracterizado a lo largo del tiempo gracias a la calidez de su gente y a la atmósfera de tranquilidad y seguridad que ofrece.
Esta crisis puede ser una oportunidad para todos nosotros. Así como después de un huracán los Cozumeleños nos distinguimos por el trabajo en equipo, por la labor conjunta, por la sorprendente organización cuando se trata de reconstruir nuestra Isla, así tenemos que salir de esta crisis económica tan profunda: con TRABAJO EN EQUIPO.
La competitividad de una comunidad se mide, entre muchos otros factores, por la posibilidad que tiene de lograr ACUERDOS que impulsen su desarrollo y su crecimiento. Si queremos mejorar nuestra competitividad necesitamos lograr ACUERDOS entre todos los grupos que conformamos dicha comunidad.
El sector empresarial debe apoyarse mutuamente evitando la guerra inútil de precios y estableciendo alianzas estratégicas que permitan ofrecer paquetes turísticos más atractivos. Hoteles, restaurantes, bares, negocios de buceo, tiendas de artesanías, joyerías, transportistas, clínicas y hospitales, tiendas de abarrotes, bancos, aseguradoras, empresas de bienes raíces, arrendadoras, centros nocturnos, todas, absolutamente todas las empresas que viven en y de Cozumel deben estar presentes y formar parte del acuerdo.
Sin importar el tamaño de cada negocio, todos debemos aportar y participar de acuerdo a nuestras posibilidades.
El Impuesto del 2% al Hospedaje, por citar un ejemplo, es el ÚNICO RECURSO con el que contamos para promover Cozumel. Este impuesto lo aportan exclusivamente los hoteles y crece o disminuye, evidentemente, de acuerdo con el número de cuartos de hotel OCUPADOS que ofrece el destino. Este solo impuesto no es suficiente para la promoción de Cozumel pues con aproximadamente 3,400 cuartos de hotel (recordemos la cifra de 72,000 cuartos tan sólo entre Riviera Maya y Cancún), es muy poco lo que se puede lograr si, además, el porcentaje de ocupación no rebasa el 60%.
Uno de los acuerdos más importantes tendrá que ser en este rubro: la promoción de un destino turístico no puede recaer exclusivamente en el sector hotelero pues del turismo vivimos –directa o indirectamente-, todos los que estamos en esta Isla. Tenemos que encontrar, que negociar, otros mecanismos para captar recursos y lograr una promoción a la altura de nuestra Isla.
El sector gubernamental será fundamental para el logro y ejecución de ACUERDOS en los cuales el sector empresarial no puede intervenir. Por ejemplo, al elevar los índices de seguridad, dotar a la población de servicios de transportación adecuados a su capacidad económica, negociar la obtención de mayores recursos económicos para la promoción del destino, establecer alianzas estratégicas con organismos gubernamentales de otros países para fomentar el turismo, y lograr negociaciones de “ganar-ganar” entre los distintos sectores productivos.
Finalmente, la población en general participa también en esta suma de voluntades al pagar puntualmente sus impuestos, al ofrecer al turista un servicio de calidad, al cumplir con su participación ciudadana en la resolución de la problemática de Cozumel, y al brindar un servicio o producto turístico profesional, ético y honesto.
La Isla de Cozumel puede ser un modelo ejemplar de equilibrio económico, ecológico y social, con un crecimiento moderado, planeado, sostenido y sustentado en sus propios recursos; un destino turístico de primera clase, con metas de largo plazo bien definidas. Todavía estamos a tiempo.
Pongámonos de ACUERDO en lo que queremos, esperamos y podemos aportar para Cozumel en los próximos cincuenta años y empecemos a trabajar hoy mismo para lograrlo.

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