viernes, 14 de diciembre de 2012

COZUMEL: HOTELES QUE FLOTAN… HOTELES QUE SE HUNDEN
POR: MTRA. MARTHA NIETO CATER
Es casi de ley que aquellas personas que visitan la Isla de Cozumel por primera vez quedan extasiados ante su belleza, calidez, tranquilidad y aparente armonía. Genuinamente sorprendidos se preguntan cómo es que un destino turístico que pareciera tan “perfecto” al someterse a un primer escaneo, no está rebozando de turistas ricos y bien vestidos.
Quienes conocieron el antiguo Cozumel y regresan a visitarlo años después sufren un auténtico shock al ver las transformaciones de forma, desde luego no de fondo, sufridas en la Isla durante los últimos 15 años. No es para menos: de la orientación de mercado que tenía la Isla hacia el turista de alto poder adquisitivo, deseoso de experiencias únicas y exclusivas, no masivas, llenas de originalidad y autenticidad, de historia y raíces culturales, el visitante que regresa se encuentra con un mercado totalmente distinto. Los comercios, bares, restaurantes, entretenimientos “se mueren” por la tarde dejando un pueblo fantasma, de agresivas puertas blancas que despierta únicamente cuando escucha el silbido del siguiente crucero entrante.
No es casual que la isla se haya convertido en un destino de cruceros. Cozumel se ha transformado paulatinamente en el monedero marítimo del Estado y de la propia API sin que, hasta el día de hoy, los cozumeleños sepamos a dónde se va todo el impuesto que pagan los cruceros cada vez que arriban a Cozumel, ni recibamos absolutamente ningún beneficio económico directo a la Ciudad.
La rotación de comercios, el cierre de negocios, la constante re-adecuación de locales para adaptarse a las necesidades del crucerista, la profliferación de comisionistas (incluidos los taxistas) que privilegian tan sólo a aquellos negocios que les dejan una sustancial ganancia, el deterioro galopante de las tiendas de artesanías y la proliferación de carretas y “puestitos”, vendiendo artesanía barata y, en ocasiones, de origen chinesco, es una muestra de la fragilidad en la cual queda un destino turístico cuando decide apostar todas sus inversiones y recursos en un solo nicho de mercado como el de cruceros.
En la siguiente gráfica podemos ver cómo se ha comportado la afluencia de turistas a la Isla. La afluencia de cruceros y cruceristas sigue siendo predominante alcanzando en el 2010 una cifra histórica de cerca de 3 millones de visitantes. Sin embargo, en los últimos años inicia la disminución de visitantes.
La afluencia de turistas que llegan por avión directamente a la isla sigue decreciendo aún y con la entrada de los nuevos vuelos nacionales de Interjet.


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La cantidad de huéspedes registrados en los hoteles nos muestra un estancamiento de este segmento durante los últimos 3 años.
El deterioro en la ocupación hotelera de Cozumel inicia hacia mediados de los años 90as. La ocupación hotelera en dicha década fue de las mejores que ha visto la Isla en su historia. Desgraciadamente, la estadística formal de la ocupación hotelera de los distintos destinos de Quintana Roo no se recopiló integralmente durante esos años y no contamos con números fidedignos excepto por nuestra propia experiencia.
El crecimiento vertiginoso de cruceros inició en la segunda mitad de los años 90as. Todavía en 1996 Cozumel seguía siendo el paraíso añorado por el turismo de alto poder adquisitivo. Las últimas inversiones importantes para construir nuevos cuartos de hotel se hicieron justamente a finales de esta década para hacer frente a la alta demanda; recordemos que las propias aerolíneas se quejaban de no contar con mayor disponibilidad de habitaciones en el destino.
Pero justamente alrededor de esas fechas Cozumel apostó por el negocio de cruceros dejando a un lado el turismo de pernocta. El resultado al día de hoy: Cozumel está en quiebra total a pesar de los cientos de cruceristas que circulan por las calles.
Perdimos el enfoque, el objetivo, justamente en los momentos gloriosos pues descuidamos la hotelería en aras de un ingreso más rápido, más fácil, aparentemente más lucrativo: el crucerista y la tripulación. Simultáneamente, el desarrollo vertiginoso de la Riviera Maya y el crecimiento exponencial de los hoteles todo incluido con amenidades de lujo y ofertas gastronómicas cada vez más atractivas se ganaron a pulso el primer lugar en la preferencia del viajero.
Veamos algunas cifras de nuestros vecinos:


Cancún y Riviera Maya han logrado sostener su ocupación hotelera en niveles decentes. Sin embargo, Cozumel se encuentra en un nivel de supervivencia.
Pero todo esto no ocurrió por casualidad ni por mala suerte.
A partir del 2006 y como producto del huracán Wilma se hicieron las últimas inversiones importantes en la hotelería de Cozumel. Salvo algunas inversiones aisladas como la del Hotel B, los capitales se orientaron más bien hacia la construcción y venta de condominios. Las cadenas hoteleras dejaron de invertir en sus filiales en Cozumel aguardando por tiempos mejores. Al día de hoy, las inversiones importantes de las cadenas hoteleras se están realizando en cualquier otro destino del Estado menos en Cozumel.
No sólo no crecimos en cuartos de hotel durante la última década sino que, además, abaratamos nuestros hoteles al entrar en una guerra de tarifas inútil (entre nosotros mismos y para con la Riviera Maya y Cancún).
El abaratamiento de nuestras instalaciones hoteleras y la ausencia total de inversiones importantes en los hoteles actuales y en nuevos desarrollos ha tenido consecuencias muy importantes:
De acuerdo con las principales agencias de internet que hoy por hoy dominan la venta de paquetes vacacionales en esta región (expedia.com, expedia.ca, orbitz, travelocity), la Isla de Cozumel NO CUENTA CON NINGÚN HOTEL DE 5 O DE 5.5 ESTRELLAS.
De acuerdo con las agencias antes citadas, los cuartos de hotel de Cozumel se clasifican así:












A partir de esta información podemos concluir que, en opinión de nuestros principales vendedores y clientes:

• COZUMEL SE HA CONVERTIDO EN UN DESTINO DE HOSTALES.
• CASI 90% DE NUESTROS HOTELES (3,009 CUARTOS) NO SUPERAN MÁS DE 3.5 ESTRELLAS
• TAN SOLO 5 HOTELES ESTÁN ENTRE 4 Y 4.5 ESTRELLAS
EL 68 % DE LOS CUARTOS DE HOTEL DE COZUMEL PERTENECEN A LA CATEGORÌA TODO INCLUIDO. SÓLO EL 32 % DE LOS CUARTOS PERTENECEN A TIPO EUROPEO.

Sabemos por experiencia que los hoteles todo incluido inhiben el desarrollo económico de otros negocios de la industria turística tales como restaurantes, bares, centros nocturnos, tiendas, etc cuando se construyen cerca de una ciudad establecida.
No sólo es un tema de baja ocupación. Sabemos que las tarifas hoteleras de Cozumel también han ido bajando año con año propiciando que existan cada vez menos recursos para dar mantenimiento a los hoteles, remodelar, capacitar al personal, mejorar la calidad de alimentos y bebidas y, en general, de todos los servicios. Simultáneamente, el costo de los productos, servicios, transporte y materias primas en la isla sigue aumentado.
Dicen por ahí que no podemos esperar resultados nuevos y distintos si seguimos haciendo lo mismo y de la misma manera. Para tener nuevos resultados hay que hacer nuevas cosas.
Los cruceros NO constituyen per se un problema mercadológico para el destino; es un mercado tan valioso como cualquier otro. Lo que sí constituye un problema es el haber dejado de invertir en la hotelería FIJA, aquélla que genera las utilidades de largo plazo, que no sólo crea los empleos sino que hoy por hoy ocupa a más de la mitad de la población económicamente activa. Es la hotelería fija la que genera el beneficio económico para casi el total de la comunidad; aquella que aporta las inversiones para mantener a la isla en condiciones ecológicas adecuadas y, en el futuro, hace sostenible la vocación turística. Es necesario buscar el equilibrio entre el mercado hotelero, el de cruceros, el de yates, el de condominios y tiempos compartidos para lograr una mejoría integral de la comunidad. Y, por último, es justamente la hotelería la que “produce” a los clientes repetitivos que tanto benefician al destino.
Para romper el círculo vicioso e iniciar el virtuoso es necesario, entre otras cosas, REINVENTAR LA HOTELERÍA DE COZUMEL atrayendo nuevos desarrollos turísticos que se apeguen a la vocación sustentable de la Isla.
Pero para ello es necesario también ROMPER los esquemas tradicionales de inversión. Es necesario convencer a los inversionistas de apostar su dinero a la hotelería de Cozumel mediante el otorgamiento de beneficios y privilegios especiales. Así como para vender más necesitamos promoción y ofertas, así también en este caso. Desde facilitación de trámites y procedimientos , hasta el ofrecer descuentos en cuotas, aportaciones gubernamentales, impuestos y todo aquello que sea susceptible de reducirse para que el inversionista decida traer sus capitales a nuestra Isla. Y lo mismo aplica para el inversionista local; es necesario atraerlo hacia desarrollos de largo plazo y allanar las múltiples trabas y obstáculos que se le ponen a los inversionistas que REALMENTE quieren el desarrollo de Cozumel.
Para atraer clientes de alto poder adquisitivo necesitamos crear la infraestructura que dicho nicho de mercado requiere mediante inversiones en: transporte individualizado y de alta calidad, cuartos de hotel de 5 y 5.5 estrellas, restaurantes y entretenimientos nocturnos, bares y tiendas, con horarios accesibles al turismo hotelero. Requerimos de una ciudad VIVA durante la noche.
La inversión y re-invención en el sector hotelero de la isla no es la solución única y total a nuestro problema de rezago y descomposición pero, desde luego, sería un punto de partida importantísimo para reactivar la economía de la isla.
La descomposición económica y social en la cual se encuentra la isla es producto de una miopía y falta de visión empresarial hacia el futuro. Es el resultado de seguir paralizando el desarrollo de Cozumel para que unos cuantos grupos de poder continúen monopolizando los sectores neurálgicos y estratégicos de la Isla. Los intereses personales por encima de los intereses ciudadanos. La diferencia ahora es que el impacto de la fragilidad de nuestra Isla ya está alcanzando a todos los sectores de la población.
Los problemas que nos aquejaban hace 20 años nos siguen aquejando el día de hoy. La diferencia es que el día de hoy ya no somos los únicos turisteros en el mapa; la diferencia es que allá afuera hay gente haciendo las cosas mejor que nosotros, a menor costo y permeados de racionalidad empresarial. ¿Dónde invertirías tu dinero hoy por hoy?
No es entendible ni racional que siendo Cozumel el proveedor de divisas en dólares por concepto de crucero MÁS IMPORTANTE de todo el país, se encuentre en bancarrota total.
No teníamos problemas de inseguridad y ahora nos sobran. No había violencia y ahora vemos gente corriendo machete en mano por la avenida principal un sábado por la noche (fui testigo). Los signos de la descomposición de una ciudad empiezan en el sector económico y extienden su desgarradora influencia para amenazar a la comunidad en los ámbitos que rodean a sus propias familias desestabilizando la salud social y comunitaria.
Ni siquiera después de un huracán habíamos presenciado el éxodo de tantos empresarios, amas de casa, familias enteras de nacionales y extranjeros; personas que intentaron con sus ahorros y su corazón subsistir en una comunidad que ya desde el inicio le cerraba sus puertas y les hacía imposible lograr el éxito.
No hay un síntoma más aterrador del grado de deterioro de un pueblo que el miedo. Y ahora, en Cozumel, tenemos miedo.

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lunes, 23 de enero de 2012

Cómo ser un buen vendedor


“VENDO LUEGO EXISTO”

Por.  Mtra. Martha Nieto Cater

Es increíble que la gran mayoría de las carreras profesionales, técnicas o de posgrado NO incluyan materias dedicadas al aprendizaje de las VENTAS.
No importa a qué nos dediquemos en nuestra vida, siempre estamos vendiendo algo:  a veces vendemos ideas y propuestas, a veces vendemos productos, a veces servicios, o una combinación de ambos.  Vender es convencer.
El saber vender es una de las  herramientas más importantes en el ámbito laboral porque es lo que impulsa y desarrolla a cualquier tipo de negocio.  Podemos contar con equipos de cómputo sofisticados y la tecnología más avanzada, contar con personal altamente capacitado y con una estupenda presentación.  Podemos contar con las oficinas más lujosas o las tiendas más elegantes y sofisticadas pero, si no tenemos personas que sepan vender estaremos tirando el dinero a la basura.
Aún cuando no estemos frente al mostrador dando la cara al cliente, o vayamos tocando de puerta en puerta con un catálogo en la mano, todos vendemos algo dentro de la empresa o negocio en el cual laboramos:  a veces “vendemos” una idea a nuestro jefe o a nuestro empleado o a nuestro socio, incluso vendemos ideas a los hijos o éstos la venden a los padres.  No todas las ventas se calculan en pesos y centavos; algunas ventas son intangibles como la venta de ideas, conceptos, proyectos, sueños o fantasías.
Vender es un arte y es, además, una técnica.  Requiere de tiempo, de observación, de análisis, de comprensión, de desarrollo de estrategias.  Muchas personas creen que se trata de una habilidad innata, es decir, una habilidad con la que nacemos; algo así como una característica impresa en nuestro código genético que heredamos por alguna razón.  Incluso existen culturas ancestrales que tradicionalmente se asocian con el comercio y las ventas (pensemos en los fenicios, por ejemplo ).
Lo cierto es que aún cuando ciertas personas tienen un poco más de habilidad que otras, o son menos tímidas al acercarse al cliente potencial, el vendedor no “nace” sino “se hace”.   Todos, absolutamente todos, podemos aprender a vender.
El saber vender requiere del desarrollo de habilidades muy diversas y eso es lo que dificulta su aprendizaje.  Por ejemplo, tenemos que saber sobre sicología del consumidor, sobre sus hábitos de compra y de consumo:  ¿qué le gusta a mi cliente? ¿cómo me acerco para ofrecerle mi producto o servicio?, ¿qué lenguaje debo utilizar?, en realidad, ¿qué es lo que está buscando?   ¿Necesita de mi ayuda para darle el “empujón” y se decida a comprar?
Recordemos que generalmente vendemos un producto o servicio por lo que éste representa o por cómo va a hacer sentir al comprador, o cómo lo va a hacer lucir.  Si vendemos un perfume o un maquillaje o una loción para después de afeitar estamos vendiendo presencia, glamour, belleza, distinción y muchas otras cosas que no vienen precisamente indicadas en las instrucciones de uso o el contenido del producto.   Y eso, justamente, es lo que todo vendedor debe saber a la perfección:  ¿qué estoy vendiendo REALMENTE?
El primer paso para aprender a vender es, entonces, CONOCER A NUESTRO CLIENTE. 
El siguiente paso consiste en conocer los conceptos básicos de mercadotecnia: las características, ventajas y desventajas de nuestro producto, su nivel de calidad en relación al precio; la forma en la cual debemos promoverlo e, incluso, el tipo y nivel de lenguaje que debemos utilizar de acuerdo con el tipo de clientela que va a comprarlo. 
Un vendedor que no conoce sus productos, o dónde están ubicados, o qué ventajas y desventajas tienen, no tendrá ninguna influencia positiva sobre el cliente.  Es muy probable que el cliente acabe sabiendo más de los productos que el propio vendedor.  Es increíble que en algunos establecimientos los vendedores no saben lo que están vendiendo a pesar de estar dentro de la tienda durante horas y horas; en todo este tiempo no se han acercado a familiarizarse con sus productos, con las características de éstos, o bien, no saben en qué parte de la tienda se encuentran localizados y el cliente acaba por perder el tiempo y la paciencia y prefiere hacer el proceso de compra por sí mismo.  Por increíble que parezca, hay vendedores QUE ESTORBAN e inhiben el proceso de compra en vez de alentarlo.
También necesitamos facilidad de palabra, una excelente presentación, ser extrovertidos pero no intensos, ser respetuosos y serviciales… ¡incluso tener buen aliento!.   Al final, lo más importante de todo es tener, adoptar, aprender la ACTITUD DE SERVIR.  Y éste es nuestro tercer elemento.
Muchas personas confunden el servir con el ser servil;  erróneamente piensan que el ir más allá y dar un buen servicio es signo de servilismo.  El servicio que prestamos es lo que detonará la compra del producto o el rechazo del mismo.  Una mala actitud de un vendedor puede echar por tierra la compra y ese cliente se irá a otro establecimiento donde sienta que lo tratan mejor.
Un buen ejemplo es cuando las mujeres necesitamos comprar un traje de baño.  Se trata de una compra difícil, lo sabemos y necesitaremos toda la ayuda posible.  Generalmente, elegimos VARIOS modelos y tallas antes de entrar al probador pues sabemos que no será fácil encontrar lo que buscamos.  Una vez en el probador necesitaremos ayuda pues es sumamente incómodo volver a vestirse para salir a cambiar una talla o un modelo.  La o el vendedor deben estar ahí, pendientes de las necesidades del cliente y buscando y llevándole al probador otras opciones que pudieran agradarle;  a estas alturas del partido, el vendedor ya debe saber lo que el cliente está buscando.  Este intercambio de prendas habla del buen servicio del vendedor y muy probablemente terminará en una compra exitosa.
Desgraciadamente, no siempre es así.  Los vendedores a veces no comprenden y valoran la importancia de quedarse cerca del cliente y asistirlo en todo el proceso de selección y decisión de compra.  Probablemente, para comprar UN traje de baño haya sido necesario probarse veinte o más.  Algunos vendedores ven esto como un fastidio pues tendrán que volver a colgar y acomodar en los anaqueles toda esa ropa que se utilizó en el proceso de venta.  No se han dado cuenta de que su trabajo es justamente ese… facilitar y brindar las opciones, tantas como sea necesario para lograr una venta.
Existen establecimientos en los cuales los vendedores son “cuidadores” de los productos vigilando que el cliente no los maltrate o los desacomode o los cambie de lugar; en vez de auxiliar al cliente desde el inicio para que encuentre lo que está buscando, el vendedor va caminando tras del cliente reacomodando lo que éste va desacomodando.  ¿Dónde está entonces la labor de venta?
Aún en aquellas ocasiones en las cuales no se concreta la venta, el buen vendedor que ofrece un excelente servicio al cliente deja una imagen positiva y abierta en éste.  Ese cliente va a regresar.  La labor del vendedor en estos casos es asegurarse de que, para su próxima visita, ese cliente encuentre el producto que está buscando.   Un vendedor experto se ocupa de que el establecimiento se surta de los productos solicitados por la clientela.
El TIEMPO que el cliente dedica a comprar es un factor que el vendedor debe conocer y saber manejar a la perfección.  El arte de vender implica el manejo de los tiempos.  El cliente tiene su propio tiempo para el proceso de compra; no todos los clientes realizan su compra,  ni todos los productos o servicios se venden al instante.  Hay productos que se compran por impulso y toma segundos realizar la compra; otros productos –los cotidianos y conocidos- no requieren de gran investigación y proceso de decisión.  Otros pueden tomar horas o días, meses e incluso años.  El buen vendedor entiende estos tiempos y permanece cerca de los clientes potenciales recordándoles que existe ese producto o servicio; tiene toda la paciencia para esperar el momento adecuado del cliente potencial e insistir cuando hay que insistir; desistir cuando hay que desistir.  No hay nada peor que un vendedor necio o agresivo.
Pero lo más difícil de enseñar en el tema de ventas es la ÉTICA.  Un buen vendedor no pasa de esa línea fina que divide la venta ética de la venta engañosa.  La ética se aprende primordialmente en casa y se refuerza posteriormente en la escuela.  Un vendedor sin ética puede convertirse en una amenaza para la propia empresa para la cual trabaja pues, tarde o temprano, el desprestigio y la desconfianza brotarán en los clientes y se correrá la voz. 
Una buena herramienta para capacitarnos en el arte y técnica de vender consiste en tomar video de un vendedor mientras atiende a un cliente.  Después se analiza el video junto con el vendedor y se analiza la forma en la cual manejó la situación; se resalta lo que estuvo bien y se destaca lo que estuvo mal.  Esta retroalimentación de vernos, escucharnos y analizarnos mediante un video es realmente útil y produce un cambio inmediato y positivo en el vendedor.
Otra forma de capacitarnos en el arte de vender es observando a aquellos vendedores que lo hacen bien y tratando de incorporar algunas de sus técnicas a las nuestras.  No hay reglas escritas ni fórmulas perfectas para ser un buen vendedor.  Simplemente, hay buenos y malos vendedores.
Así pues, capacitemos en el arte de vender.  Dediquemos el tiempo que sea necesario para que el vendedor pueda “ver” la importancia que tiene todo lo que dice y hace para lograr una venta; para conocer los productos que vende y las bondades que éstos ofrecen.  Dediquemos el tiempo suficiente para que el vendedor aprenda a escuchar y a interpretar cuáles son las verdaderas necesidades del cliente y los motivos que lo impulsan a comprar.  Y, no menos importante, reconozcamos cuando el problema de la baja en ventas se debe en ocasiones a que tenemos un mal producto y no un mal vendedor. 

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APRENDER A TRABAJAR, ENSEÑAR A TRABAJAR, SER PRODUCTIVO

APRENDER A TRABAJAR:  el mejor curso de capacitación.

Cuando pensamos en capacitar a nuestro personal, generalmente acuden a nuestras mentes un sinfín de cursos que podemos ofrecerles. 

Desde cursos de computación o de inglés, hasta cursos más sofisticados en ventas, servicio al cliente, manejo de inventarios, etc, lo cierto es que se ofrecen en el mercado una variedad infinita de cursos, diplomados y talleres para capacitar a los empleados. 

Pareciera que la capacitación es meramente una cuestión de asignar el dinero y facilitarle el tiempo al empleado para que se supere dentro de su área de especialidad, esté más motivado y sea más productivo.

Sin embargo, pasamos por alto que la capacitación debe empezar por cuestiones mucho más básicas:  el primer curso debe ser el de aprender a trabajar y, para ello, nosotros tenemos que ser los primeros en tomarlo.  De esta manera estaremos en posibilidades de hablar el mismo lenguaje con nuestra gente.

La causa primordial de la baja productividad de un empleado puede tener sus raíces en la FORMA de trabajar y no en el trabajo mismo.  La productividad se puede medir de diversas formas pero, simplificando, podemos decir que es la relación entre la cantidad de trabajo realizado / horas trabajadas.   Un trabajador apto y hábil puede ser capaz de “sacar” mucho trabajo en menos horas que sus compañeros y, por tanto, decimos que es más productivo.

Sin embargo, la cantidad de trabajo no siempre es el principal indicador de la productividad; esto es cierto especialmente en el área de servicios, donde es más subjetiva la evaluación del trabajo del empleado y más difícil de cuantificar.  Podemos tener el caso de un empleado muy inteligente y capacitado en su área pero que no puede “sacar” adelante tanto trabajo como sus compañeros.  Si le aplicamos una prueba de conocimientos podremos convencernos de que no se trata de ignorancia o falta de pericia; se trata de desorganización interna y problemas para dar prioridades a las actividades cotidianas.

Esta es, justamente, la capacitación más básica e importante para todo empresario:  Aprender a organizar las tareas, a priorizarlas, a iniciarlas y terminarlas.  Se dice muy fácil pero lo cierto es que no ocurre tan fácilmente en la realidad.  Cuando aprendemos a trabajar es mucho más fácil enseñarle a trabajar a nuestra gente.

El aprendizaje empieza por casa así que intentemos aplicar las siguientes rutinas a nuestro trabajo diario y, después, transfiramos este método a nuestros empleados.



A continuación mostramos algunas herramientas que pueden ser útiles para iniciar el aprendizaje de Aprender a Trabajar:

1)   Al inicio del día, revisar la lista de pendientes del día anterior y agregar las nuevas actividades que hayan surgido durante la mañana.
2)   Elegir aquellas acciones que requieren de solución inmediata.  Subrayarlas con algun color llamativo (amarillo, por ejemplo).
3)   Empezar a resolverlas:  hacer la llamada telefónica, enviar el fax o el mensaje, llevar los papeles, salir a recoger la documentación, cualquier acción que implique la realización real, física, contundente de esa actividad.
4)   Continuar con la siguiente actividad y empezar a solucionarla.
5)   Ir agregando a la lista las nuevas actividades que vayan surgiendo durante el día y utilizar algun tipo de símbolo que nos ayude a identificar el grado de importancia o urgencia de cada una.
6)   Al término del día, cerrar los asuntos terminados, archivar la documentación.
7)   Antes de salir de la oficina, retomar el listado de la mañana y tachar aquellas actividades que ya se terminaron de realizar.  Dejar la lista a la mano para iniciar al día siguiente.
8)   Al término del día, la pila de papeles debe ser más pequeña que como estaba en la mañana cuando iniciamos las labores.
9)   Es importante contar con una agenda, una libreta, un block de post-it, un reloj con alarma o cualquier otro artículo que nos facilite anotar y, posteriormente, recordar lo que tenemos pendiente.  Es una fantasía el pensar que podemos recordarlo todo.  No existe la “mala memoria” para un empresario; sólo existe la disciplina o la negligencia de apuntar los pendientes.

Uno de los retos más importantes que enfrenta el empleado cada día es el de ser asertivo al priorizar las tareas.  Lo que es apremiante para el jefe puede no serlo para el empleado.  Si el jefe no es lo suficientemente claro en cuanto a lo que necesita, es probable que el empleado aplique sus propios criterios al decidir la prioridad de cada actividad.  Y aquí es donde empiezan los problemas y los malentendidos.

Algunas sugerencias para evitar contratiempos en la asignación de prioridades pueden ser:

1)   En vez de decir que “nos urge”, especificar dentro de cuanto tiempo esperamos nos entreguen lo que solicitamos.  Es más recomendable decir que necesitamos la información “a más tardar” en dos horas o dos días, que decir “me urge”.
2)   Permitirle al empleado analizar y, si es el caso, proponer una fecha distinta en caso de que el trabajo se pueda realizar en menos o más tiempo del solicitado.  El empleado suele tener mejor idea de lo que implica la realización de la tarea.
3)   Hagamos peticiones concretas, utilizando pocas palabras, con órdenes o instrucciones claras y sencillas.
4)   Pidamos UNA COSA A LA VEZ.
5)   Pidamos al empleado que también APUNTE LOS PENDIENTES.
6)   Tengamos claro nosotros lo que queremos ANTES de pedirlo.  Así sabremos cómo solicitarlo.
7)   Revisemos con nuestros empleados si la lista de actividades que nosotros elaboramos para cada uno de ellos es la misma que ellos apuntaron en sus agendas.  Es importante cerciorarse que todos tienen la información que les corresponde.
8)   Si nuestro listado de pendientes es muy extenso y diverso, convendría hacer varios listados por categoría o por tema o por responsable.  Por ejemplo, puedes conseguir unos post it más grandes y escribir las actividades en distintas hojas o listados.  Ahí mismo puedes ir tachando aquellas que el personal te va entregando como finalizadas.
9)   Si un expediente, carta, informe, reporte, lleva más de una semana en tu escritorio sin “moverse”, es necesario archivarlo, delegarlo, destruirlo o resolverlo. 

Muchas personas salen a la tienda y compran agendas electrónicas muy sofisticadas, tienen además una agenda de escritorio, un calendario colgado en la pared, una secretaria y muchos otros recursos para acordarse de lo que tienen que hacer.  Aún así, se les olvida consultar la agenda, abrir el calendario, poner la alarma.

Para dar el paso hacia el trabajo organizado y eficaz es necesario, además, adoptar esa actitud de “poner atención”.  Aún si contamos con todos los equipos mencionados anteriormente, si no nos acordamos de consultarlos, de todas formas los vamos a olvidar.

Así que, querida empresaria, manos a la obra:  empecemos por organizar nuestro escritorio para luego transmitir nuestra experiencia a nuestro equipo de trabajo.  Echemos mano de nuestra libreta y lápiz y dejemos que ellos carguen con nuestros pendientes para resolverlos de manera más rápida y con menos estrés.

Elaboró:  Mtra. Martha Nieto