viernes, 29 de mayo de 2009

VIVE COZUMEL ? O MUERE

¿¿“VIVE” O MUERE COZUMEL??
Por: Mtra. Martha Nieto C.
Creíamos que ya habíamos tocado fondo con la recesión económica y la crisis financiera que vivimos desde agosto deL 2008. Nadie podía anticipar que tendríamos una crisis aún peor que la financiera: una crisis de salud pública.
Para todos los destinos turísticos el problema es severo pero, para Quintana Roo, el problema está adquiriendo dimensiones que probablemente alcanzarán cifras históricas en materia de desempleo, en pérdida de clientes y mercados, de vuelos comerciales y de charters, de equipos de trabajo que tomaron años para formarse dentro de las empresas, de sinergias positivas alcanzadas con aerolíneas, agencias de viaje, tour operadores, navieras, etc.
Para Cozumel será, además, la confirmación de que hemos errado la estrategia, la dirección y las soluciones. Será una forma muy drástica de enfrentarnos a los errores que hemos venido cometiendo año tras año gracias a la falta de una visión de largo plazo en materia turística, de inversión y de desarrollo sustentable que sobreviva a los cambios de trienios y sexenios.
Drástica porque al tocar fondo en esta crisis económica nos damos cuenta que NO HEMOS CRECIDO NADA. Seguimos hundidos en el subdesarrollo: nuestra infraestructura de transporte público, marítimo y aéreo da pena, la falta de cohesión y de esfuerzo conjunto para sacar adelante a nuestra Isla es patética, el jaloneo de intereses personales y políticos que tiene detenido el crecimiento y desarrollo de la isla, la falta de una política congruente en materia de turismo, la ignorancia suprema o la indiferencia resignada de una población que ya se cansó de luchar, de pedir, de exigir mejores condiciones de vida, nos va llevando día a día al caos.
Suena deprimente y ES deprimente porque es la cruda verdad. Cuando llegué a vivir a este hermoso lugar hace más de quince años y escuché que no existía el transporte público, pensé que se trataba de una broma. Después, al constatar que esto era una realidad, pensé que trabajando muy duro junto con mis colegas hoteleros para desregular el transporte, sería suficiente. Al paso de los años, el desgaste pudo más que las buenas intenciones: el transporte público sigue y seguirá subdesarrollado en tanto las autoridades competentes no tengan el valor de regresarle a la población un derecho que le toca, que es suyo. La población seguirá arriesgando su vida y la de su familia al tener que circular en moto o bicicleta por carecer de transporte público eficiente. El monopolio en el transporte urbano es un retraso en todos sentidos e impacta directamente al bolsillo de todos y cada uno de los cozumeleños….
Vivimos y seguiremos viviendo en una isla “aislada” y desconectada del exterior por la falta de un programa de transporte integral diseñado en primera instancia para el turismo y, en segunda, para los habitantes de la isla. No sólo se trata de la falta de transporte público interno; se trata del subdesarrollo en el que se encuentra la conexión con el resto del Estado: Calica y Playa del Carmen. En el primer caso, necesitamos transbordadores de carga de primer mundo, con horarios fijos y tarifas razonables. Para ello es necesario entonces contar con un muelle diseñado expresamente para combatir el problema del mal tiempo, que ofrezca servicios sanitarios, de alimentación y hospedaje a todo tipo de viajeros. Necesitamos un muelle en Playa del Carmen que sea digno, que cuente con los elementos necesarios para dar un servicio de calidad a personas mayores, a discapacitados, a enfermos, a familias con bebés. Un muelle con fácil acceso al transporte público; un muelle que de verdad invite al turista a conocer Cozumel.
Mientras sigamos teniendo un duopolio en el transporte marítimo (el duopolio se da cuando sólo hay dos empresas vendiendo el mismo producto o servicio y se ponen de acuerdo para ofrecer las mismas tarifas y condiciones en vez de competir entre ellas, conservando así el control) será inútil tratar traer turismo por esta vía.
Parece que los cozumeleños ya nos acostumbramos a invertir muchas horas de nuestro día para conectarnos con el resto del país; cruzamos los dedos para que nos toque un cruce tranquilo porque los barcos que tenemos no son adecuados para cruzar en mal tiempo; sabemos que al llegar a Playa del Carmen tendremos que hacer una larga caminata para accesar un taxi o un autobús y más vale que no se nos olvide llevar un paraguas. Se nos olvida lo que el turista tiene que pasar para poder llegar hasta aquí cargando su equipaje, su equipo de buceo o de golf, carreolas, sillas de bebé, etc y, además, aguantar el mareo de la travesía. Si además sumamos lo que le cuesta a una familia entera el cruce, es fácil entender por qué no regresan.
En este momento de crisis la situación empeora: lo que antes nos tomaba cuatro horas para cruzar a Playa del Carmen, tomar el camión al aeropuerto de Cancún y volar al a Cd. De México, toma ahora, prácticamente, ocho horas debido a la falta de conexión inteligente entre cruces de ferry y corridas de autobuses y esta situación no tiende a regularizarse en el corto plazo.
En esta cerrazón cozumeleña que teme al cambio, al desarrollo, a la llegada de nuevos criterios e ideas, de nuevos proyectos de inversión, a la aceptación de que necesitamos del resto del Estado para sobrevivir, se suman la ignorancia y la falta de información. El espejismo del mercado de cruceros nos ha hecho creer que Cozumel ha crecido, que ahora hay más riqueza en la población, que nuestro nivel de vida ha mejorado. Nada más irreal.
Los beneficios económicos reales derramados por los cruceros no alcanzan a toda la población que sigue careciendo de los servicios básicos indispensables que hacen digna la vida de una familia: la vivienda, el transporte, los servicios médicos al alcance, la calidad de vida.
La hotelería se ha encogido, se ha devaluado en términos de servicios y tarifas para poder competir. A lo largo de toda nuestra costa podemos ver terrenos abandonados: tan sólo en la zona norte quedan sólo cuatro (cuando hace unos años había siete) hoteles operando. Crisis financiera o influenza, lo cierto es que esta coyuntura económica le ha dado a algunos hoteles la excusa para cerrar un negocio que de todas formas ya no era próspero.
El conformismo de la población ante situaciones como: no tener playas públicas ni privadas (simplemente, no tener playas de ningún tipo); carecer de transporte público decente, acorde a las necesidades y a precios razonables; resignación ante el aumento indiscriminado en los precios de los ferrys y al aumento de las tarifas de taxis (calculados por y para el turismo extranjero); la falta de servicios y equipos médicos de calidad; la ausencia de canales viables para aprovechar las ayudas gubernamentales en caso de catástrofes y poder utilizar los recursos que otorga el gobierno federal; la falta de educación civil y vial para manejar un vehículo o una moto; el desinterés por solucionar los problemas más inminentes que aquejan a la población… esto se llama cansancio vital.
Carecemos de visión empresarial de largo plazo; carecemos de visión política de largo plazo; carecemos de liderazgo proactivo y de cohesión en todos los ámbitos de la población.
En estos tiempos que vivimos ninguna población puede salir adelante sola. Todos necesitamos, tarde o temprano, de la ayuda, de la fortaleza y de las alianzas con nuestros vecinos. Cozumel sigue atrapado entre fuerzas empresariales y políticas que lejos de trabajar en la misma dirección y con un fin común, llevan agua para su propio pozo.
Necesitamos inversión nueva, fresca, que desarrolle la hotelería de primera clase; hoteles tipo europeo pues el tipo “all inclusive” mata el desarrollo de una comunidad como la nuestra. Necesitamos inventar un paquete de incentivos para el nuevo inversionista, hacer atractiva nuestra isla a proyectos turísticos basados en el desarrollo sustentable que apuntan y preparan para las generaciones futuras y no para las presentes.
Necesitamos estrategias y políticas portuarias y aeroportuarias que nos permitan atraer aerolíneas y transporte marítimo de alto nivel, con ganas de quedarse, con ánimo de competir sanamente.
Necesitamos abrirnos al resto del Estado, al país y al resto del mundo y dejar a un lado esta ideología de “contener el crecimiento de Cozumel para protegerlo”. Con las instituciones y leyes adecuadas se puede dar el crecimiento inteligente, sustentable y exitoso.
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