jueves, 4 de junio de 2009

LA DOLARIZACIÓN. EL VIRUS MALIGNO DE COZUMEL

Por: Mtra. Martha Nieto Cater

Debido a que Cozumel vive cien por ciento del turismo y éste proviene en un 90% de Estados Unidos, nos hemos mal acostumbrado a establecer nuestros precios en dólares y, después, a convertirlos a pesos.
Se trata de una mala costumbre porque al utilizar esta política o forma de fijar los precios de nuestros productos y servicios, ocasionamos inflación y encarecemos la vida dentro de nuestra Isla.
Es indudable que existen negocios que importan sus productos, materias primas o algunos servicios y, por lo tanto, están obligados a ajustar sus precios de acuerdo con las fluctuaciones del tipo de cambio. De no hacerlo así, cuando intenten recomprar dichos insumos puede ser que el tipo de cambio haya variado y sus pesos ya no alcancen para comprar lo mismo que antes.
Pero la realidad de las cosas es que son muy pero muy pocos los negocios en Cozumel que venden sólo productos o servicios importados. La gran mayoría maneja, si acaso, una combinación de productos importados y nacionales. Aún si sus productos son importados, el resto de sus costos son EN PESOS (energía, teléfono, sueldos, salarios, transporte, fletes) y esto debería ser suficiente razón para manejar sus precios en pesos desde el inicio.
Uno de los gastos más elevados para un negocio es la renta de su local. Es inaudito que las rentas estén establecidas en dólares; no hay ninguna razón financiera, ni legal, ni fiscal que justifique semejante práctica. Las rentas fijadas en dólares ocasionan una escalada de precios (inflación) y una especulación con el tipo de cambio provocando incertidumbre y abusos. La justificación o el argumento de cobrar la renta en dólares porque el negocio vende a extranjeros y, por tanto, ingresa en dólares, no es válido. El comerciante se verá obligado a pagar la renta en dólares y a manejar sus precios en dólares para no verse atrapado en una devaluación. Transferirá el impacto directamente al consumidor final iniciando así la escalada de precios.
Cozumel es probablemente la ciudad más cara del país. Siempre culpamos al costo adiciconal del transporte de mercancías hacia la Isla, y a los fletes como las razones principales de los altos precios que pagamos aquí. Pero lo cierto es que nuestra “dolarización” también es una de las razones que hace tan cara esta Isla, y esa sí la provocamos nosotros mismos. Isla o no isla, la dolarización de nuestra economía local es una práctica abusiva y discriminatoria que ha existido por años y que nos impide ver la realidad de la situación.
La dolarización provoca, entre otras cosas, una falta de competitividad turística: el turista nacional se queja de que todos los precios en Cozumel están en dólares (restaurantes, joyerías, tiendas de artesanías, tours, arrendadoras, hoteles, tiendas de buceo, etc). Mientras el tipo de cambio se mantuvo a 10 pesos el problema parecía menos grave. Ahora que tenemos un tipo de cambio fluctuante nos damos cuenta de lo irracional que es manejar los precios en dólares pues todos los productos y servicios se tornan INALCANZABLES tanto para los locales como para el turismo nacional.
Además de ser discriminatoria, esta política de dolarización se presta a abusos interminables: cada quien fija el tipo de cambio como mejor le conviene. Si el cliente lo acepta bien y, si no, también. Se presta a engaños y a falta de profesionalismo en la oferta de servicios turísticos y deja al turista con mal sabor de boca. Pensamos que los precios deben fijarse en dólares y cobrarse de acuerdo con lo que el mercado americano “está acostumbrado a pagar en su país”, cuando lo cierto es que precisamente porque el tipo de cambio les favorece en este momento, una política de precios en pesos les favorecería muchísimo más y haría más competitivo nuestro destino.
Pensemos en todo lo que ha generado la dolarización en nuestra Isla: todos pedimos y exigimos un DESCUENTO PARA LOCALES. Sabemos bien que los precios están establecidos para el turista, no para nosotros ni tampoco para nuestros turistas mexicanos. Tan lo sabemos que es práctica común exigir el descuento incluso en almacenes grandes y en hoteles. Sabemos que los precios son exorbitantes. Se ha hecho tan común esta práctica de exigir descuento que existen incluso tarjetas especiales para clientes locales ofreciendo distintos tipos de descuento.
Para aquellos negocios que sí hacen bien su fijación de precios en pesos, pensando en el turismo nacional y en los clientes locales, ofrecer el mentado descuento es un verdadero sacrificio pues, aquí sí sale de sus utilidades y puede mermarlas de forma importante. Como dice el dicho: “pagan justos por pecadores”.
Sería mucho más sana una política de precios que refleje los costos reales de fabricación, comercialización y distribución de nuestro producto o servicio, incorporando pesos cuando el gasto es en pesos y el equivalente en dólares, cuando se trata de algo importado. Así tendríamos un precio más cercano a la realidad, menos inflacionario y mucho más competitivo tanto para nacionales como para extranjeros.
Por ley, los precios de servicios de hospedaje, restaurantes, etc deben publicarse en pesos. Está permitido poner su equivalente en dólares pero debemos exhibir públicamente nuestros precios en pesos. Desgraciadamente, esta práctica se ha ido relajando y cada vez más vemos precios única y exclusivamente en dólares. En algunos establecimientos es hasta l hora de pagar cuando nos dicen la cantidad en pesos pues convierten la cuenta de dólares a pesos en ese mismo instante, aplicando su propio tipo de cambio. Si estamos en México, ¿por qué no hacerlo al revés? Tengamos nuestros precios en pesos y cambiémoslos a dólares cuando alguien quiera pagar con esa moneda.
Todos estos inconvenientes de la dolarización han estado presentes en Cozumel por muchos años pero es a partir de la reciente crisis financiera y su consecuente devaluación, que se hacen evidentes. De un día para otro, el perfume cuesta 50% más, la comida en un restaurant casi se duplica, la joya o la artesanía (que ya estaba en la tienda) cuesta más y así nos vamos con casi todos los productos.
Debido a que en Cozumel, tanto el peso como el dólar son totalmente aceptados como moneda local para el pago de cualquier producto o servicio, ahora que tenemos un tipo de cambio volátil y cambiante, los abusos están a la orden del día. Es una verdadera pena ver el abuso al que se somete a los turistas, sin pensar en las gravísimas consecuencias de ello.
Es práctica normal cobrar un tipo de cambio diferente al bancario pues estamos proporcionando un servicio adicional al cliente al cambiarle su moneda. Si ese cliente quiere más por su dinero está en libertad de ir al banco y obtener una mejor negociación. Pero eso no implica que cobremos desmesuradamente por dicho servicio; al cliente se le engaña UNA SOLA VEZ y después ya no regresa.
Sería mucho más sano para todos el manejar nuestra economía empresarial EN PESOS y sólo manejar en dólares lo que sea importado o cuyo precio cambie en función del tipo de cambio.
También sería más sano manejar un tipo de cambio PROMEDIO fijo por un período de tiempo razonable (en tanto no se devalúe la moneda más de uno o dos puntos porcentuales, por ejemplo) para aquellos clientes que quieran pagar en dólares. Se trata aquí de un tipo de cambio JUSTO que le de cierta utilidad al negocio que está proporcionando el servicio de cambiar la moneda, pero que no sea desmedido y afecte al turista.
Basta imaginar lo que pasaría si tratáramos de pagarle al taxista de Nueva York con pesos mexicanos. O si queremos pagar en pesos la cuenta del restaurant en Miami o el hotel en Disneylandia. Si corremos con suerte en alguna de estas partes quizá nos cambien nuestros pesos por dólares pero no es una práctica común y conste que se trata de lugares totalmente turísticos.
Cozumel ya es un destino muy caro debido a su condición de Isla, a sus monopolios de transporte y a la falta de competitividad turística. No agravemos aún más esta situación. Estamos preocupados porque estamos a punto de perder nuestro único vuelo directo con la Cd. De México y, sin embargo, no hacemos nada por atraer a más turismo nacional, ni tampoco nos esmeramos por hacer sentir en casa al escaso turismo nacional que sí nos visita.
Hagamos de Cozumel un lugar atractivo para nuestro turista nacional. Este también necesita sentirse “en casa”.